Elías Crespín: Nueva era del arte cinético – Claudio Antonio
Muchos son los artistas latinoamericanos que se han destacado dentro del arte cinético. Carlos Cruz Diez, Jesús Rafael Soto, Alejandro Otero, entre otros, han abierto paso con el tiempo a la generación de relevo dentro de este estilo de arte, dando la pauta en cuanto a color, movimiento y creatividad. Entre los exponentes de esta nueva generación se encuentra Elías Crespín.
Este artista venezolano empezó a escucharse desde el 2020, cuando el 25 de enero presentó una obra de arte cinético es ahora parte de la colección permanente del Museo del Louvre, dando así mucho de qué hablar.
Es considerado el primer artista latinoamericano en tener una obra en este museo y lo más resaltante es que sus obras se han desarrollado principalmente en el exterior, aunque al inicio de su carrera expuso en algunas galerías y museos del país.
Este artista nació en el año de 1965 en Caracas (Venezuela), y estudió ingeniería informática. Aunque usted no lo crea, por sus venas corre sangre artística ya que es nieto de Gego y Gerd Leufert, además de ser hijo de matemáticos, cosa que le agrega un plus significativo dentro de su arte.
Durante su desarrollo artístico pudo tener contacto con artistas, amigos de sus abuelos, y haber atestiguado sus procesos creativos deben haberlo impactado de alguna manera. Su primera obra fue Malla Electrocinética I (2004), la cual le tomó dos años de trabajo. Conjugar sus dos universos de pertenencia, el arte y la informática, han hecho que produzca obras que en esencia son una reflexión matemática sobre el movimiento.
En el 2018, Crespin fue comisionado por el Museo del Louvre, para el cual desarrolló “L’Onde du Midi” (2020), una escultura móvil a gran escala en la cual 128 cilindros de metal penden de cables de nailon conectados a motores programados que generan movimiento de manera algorítmica.
Las ondulaciones y transformaciones de la pieza crean una coreografía cuyo motivo son las líneas y planos de la arquitectura del museo, materializando la abstracción de las continuidades formales entre la obra y el espacio. La investigación de Crespin concierne al tiempo, la forma y el movimiento; no como elementos cinéticos atados a la estética, sino como elementos matemáticos vinculados al análisis y a la programación.
Sus obras han sido expuestas en varias exposiciones internacionales individuales y colectivas entre las que destacan, la Exposición Internacional en Astana; la XIII Bienal de Cuenca; la Bienal de Busan Corea en; el Grand Palais; la Maison de l’Amérique Latine; el Musée de la Musique de París; el Musee de Louvre; la Fondation Boghossian; la Verrière Hermès de Bruselas; The Museum of Fine Arts, Houston (MFAH); y el Ullens center for contemporary art en Beijing.
La obra
L’Onde du Midi pertenece a la categoría de «Plano Flexionante», está formada por 128 tubos cilíndricos alineados paralelamente, suspendidos en el aire por hilos transparentes, que constituyen un plano horizontal rectangular de casi diez metros de largo (1,50 x 9,50 m) cuando está en reposo. Al accionarse en el espacio, alcanza una amplitud de 3 a 4,50 metros de alto, al ritmo de secuencias establecidas mediante algoritmos numéricos.
Esto sin duda representa una especie de “coreografía ondulatoria”, en donde la linealidad mecánica está ausente, privilegia la lentitud y favorece la contemplación. Frente a ella, el espectador se ve sumergido en una danza lenta y grácil de formas infinitas e impredecibles.
Su configuración espacial es aleatoria y nos sorprende continuamente, a través de formas que se expanden, aplanan y difractan; pasando del orden al caos, de lo simple a lo complejo. Asimismo, la escalera meridional se transforma así en el escenario de un silencioso ballet, brindando al visitante un alto en el camino y una vista espectacular.