mayo 20, 2024

¿Cuánto hemos oído hablar de la resiliencia, esa capacidad para atravesar las crisis aprendiendo de ellas y volviéndonos más fuertes? Resulta interesante cómo muchos expertos en negocios ya aplican este término en las empresas.

Actualmente —y luego de la pandemia—, está claro que los negocios tienen que fortalecerse; pero lejos de la rigidez: eso implica flexibilidad para anticiparse a crisis futuras, sobre todo apertura y capacidad de reacción ante cambios inesperados. Veamos cómo aplicar esta filosofía a través de cinco acciones concretas.

#1. Mantén una operación sana

El primer paso es asegurarse de mantener los costos bajo control, un flujo de efectivo que conste los pagos de corto y largo plazo, así como de una tendencia al alza en las ventas. Por supuesto, también son vitales los procesos, ya que aseguran el cumplimiento de objetivos y minimizan el margen de error; además de mantener un buen clima laboral y de reducir la curva de aprendizaje de los nuevos colaboradores.

Las crisis pueden tomarte por sorpresa; pero si la empresa puede seguir funcionando sin tu supervisión constante, entonces tendrás tiempo para pensar en cómo ajustar la estrategia para hallar nuevas áreas de oportunidad.

#2. Crea una cadena de suministro flexible

Mientras los costos logísticos siguen por las nubes —y hay sectores que aún enfrentan problemas para acceder a productos e insumos—, los expertos recomiendan a las empresas enfocarse en cómo mejorar las cadenas de suministro. ¿Cómo deberían ser? Transparentes, medibles, flexibles, escalables y sustentables. ¿Para qué? Para asegurar la continuidad de la producción, de las ventas y para conservar una buena relación con clientes y proveedores.

Ante las dificultades que crearon los periodos de cuarentena por la contingencia sanitaria, la respuesta de la mayoría de las empresas fue reactiva e inconsistente. Para no caer en ese error en el futuro, la única salida posible es invertir en capacidades tecnológicas, como un sistema de administración empresarial que controle todo el ciclo de compraventa y permita administrar el inventario con más eficiencia.

#3. Digitaliza

Con la digitalización de tareas administrativas y procesos clave, como las ventas, podrás automatizar tareas, disminuir el margen de error, aprovechar nuevas oportunidades de negocio, vender más, asegurar e incluso mejorar la calidad del servicio y de la experiencia de tus colaboradores.

Analiza qué necesita tu negocio y —aprovechando que nos acercamos al fin de año— trabaja en un plan de digitalización empresarial de 12 a 18 meses: enfócate en tres áreas, de acuerdo a la situación actual y las necesidades de tu empresa, como el piso de venta, la tienda en línea o los recursos humanos. Contacta a un especialista o asesor en tecnología u otros emprendedores que hayan pasado por esta transformación, ¡pídeles presupuestos y compara opciones!

#4. Invierte más en tus colaboradores

Con la digitalización y la automatización de tareas —además del mayor acceso a herramientas de inteligencia artificial por parte de las pymes— los colaboradores tendrán que realizar tareas nuevas, y muchas veces en otras áreas. Esto no significa que solo haya que capacitarlos en el llamado “multitasking”, sino también ayudarlos en esa transición para que puedan aceptar y abrirse a los cambios, manteniendo una actitud positiva.

#5. Abre espacios para la generación de ideas nuevas

La innovación constante es una de las estrategias más efectivas para blindar el negocio y anticiparse a futuras crisis; ya que éstas suelen traer oportunidades nuevas —que muchas veces pasan desapercibidas—: la clave está en mantenernos siempre listos para aprovecharlas antes que la competencia.

Por supuesto, no es suficiente con invitar a tus colaboradores a “pensar fuera de la caja” ante un problema o limitarse a organizar un taller de innovación. La generación de un “pipeline” o tubería de ideas nuevas requiere de una estructura mínima para el llamado “intrapreneurship”, así como de los canales adecuados para transmitir y aprovechar esta novedad de ideas. Para empezar, a veces solo basta con escuchar a los colaboradores de menor rango cuando exponen una posible solución ante un error o queja de un cliente; o, como dueño del negocio, manteniendo una política de “puertas abiertas” en tu oficina para que cualquier colaborador se sienta invitado a compartir sus puntos de vista.

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